jueves, 12 de mayo de 2016

Políticos y medios de comunicación en la misma onda.

¿Algún motivo para seguir interesado en la política que nos muestran los medios?  Si, gracias.
Para algunas personas no existe ningún motivo que les impulse a seguir la política. A muchos les aburre tremendamente la monotonía de los discursos de los políticos y la manera de trasmitir de los periodistas.  Sin embargo, otros buscamos  ansiosos, desde primera hora de la mañana, noticias interesantes que nos iluminen cada día. Y es que, al final, todos tenemos el derecho de votar en las próximas elecciones al Congreso y el Senado. Mejor informarse.
Verdaderamente, la política no representa para todos la misma cosa, pero, básicamente, todos estamos de acuerdo en que, en Democracia, los políticos son representantes y servidores de sus electores y que en el ejercicio del cargo público su objetivo es conseguir el bienestar de la ciudadanía. Por su parte, a los medios de comunicación les corresponde la importante e imprescindible labor de informar al público dentro de este complicado engranaje de la vida pública.
Por todo ello, a los que mantenemos cierto interés por conocer que ocurre en política y especialmente  en periodo de campaña electoral, nos gustaría despertarnos cada día con noticias rigurosas, con entrevistas a los candidatos, con debates entre tertulianos o con la opinión a micrófono abierto de nuestros conciudadanos. Los más osados, si fuera posible,  incluso pretendemos oír de boca de los candidatos el programa electoral que nos ofrece cada partido político. Novedades e ideas ilusionantes para solucionar o paliar los problemas económicos y sociales, planteamientos, conversaciones y diálogos profundos llevados a cabo por nuestros futuros representantes. Pero, por desgracia, ni siquiera en plena campaña electoral se oyen contenidos, propuestas, ideas o soluciones a los problemas reales. Eso sí, para vergüenza de la moralidad y la ética de la mayoría de españoles, todos los días nos levantamos con algún nuevo caso de corrupción, malversación, prevaricación, evasión de impuestos, y en definitiva, aprovechamiento económico del cargo que ocupan nuestros ilustres representantes políticos. Parece que de tanto hablar de estos tremendos delitos, el soniquete diario que al principio generaba alarma, ha pasado a convertirse en un mantra aburrido que, poco a poco, va perdiendo interés para los oyentes y lectores de las noticias.
Y es que la política se ha convertido en un GRAN HERMANO de lo público. La mayoría de lo que nos llega a través de la prensa, radio y televisión, carece de seriedad y profundidad.  Las noticias que diariamente nos aportan los periodistas se resuelven en torno a los movimientos de los candidatos como protagonistas de la escena  política convertidos en actores de una mala serie de TV. Esta información, generalmente frívola en su contenido y en su forma, suele explicar  cuándo y con quien se reúnen los que aspiran a convertirse en los futuros parlamentarios, su aspecto exterior,  sus maneras de vestir, sus gestos,  quien le prestará su apoyo, quien le pondrá la zancadilla, que beneficios electorales  van a conseguir para cada partido (sillones en el Congreso y Senado), que socio les va a aportar más rédito político.  Ah!… y es fundamental hacerse la foto para  salir bien guap@ en la portada del día siguiente. Es decir, toda la actividad pública gira alrededor del personalismo de unos cuantos dirigentes y la estrategia a seguir para conseguir el mayor número de ministros y senadores posibles. Ellos no explican las propuestas, ni qué van a hacer cuando lleguen al poder, ni cómo lo van a hacer, ni de donde se van a financiar, ni etc., etc., etc. Lo que menos importa es  llegar a acuerdos y acercamientos entre las ideas políticas de las partes que se reúnen, que es para lo que realmente están. 
Mi impresión es que no les interesa explicar lo que puede beneficiar al electorado. No les importa solucionar los verdaderos problemas a los que se enfrenta nuestra sociedad, porque la política se ha convertido en una profesión cualquiera, en vez de ser una aspiración de “los mejores” al cargo público para  conseguir el bienestar de los ciudadanos. Por su parte, los medios de comunicación, que en muchos casos se posicionan y  comportan como meros  portavoces de los respectivos partidos,  parece que se retroalimentan de la vida política y en vez de reclamar verdadera información a los entrevistados  y respuestas concretas a los problemas de la sociedad, se conforman con “marear la perdiz” un día tras otro.

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