sábado, 23 de julio de 2016

Turquía y el golpe de estado.


Uno de los viajes más bonitos de mi vida fue un circuito por Turquía. La zona de Capadocia es  espectacular  y  Estambul me parece la ciudad más bonita del mundo, por su ubicación entre Europa y Asia, por sus vistas sobre el Bósforo, por su historia y por la arquitectura y la belleza de sus palacios y sus mezquitas, especialmente Santa Sofía que me tiene enamorada completamente desde  la primera vez que vi las fotos de su cúpula en el libro de Arte en COU.

De este viaje hace ya diez años y desde 2006 han cambiado mucho las cosas. Por entonces,  la economía del país y el turismo eran florecientes,  la seguridad para viajar y pasear por sus pueblos, por sus calles o sus zocos era absoluta,  la gente se mostraba amable, gentil, y orgullosa de su país,  de  sus jóvenes estudiantes, chicos y chicas por igual, cada vez que veíamos un grupo entrando al colegio o saliendo de la Universidad.  Intentaban dar una imagen de modernidad, una imagen mucho más europea que el  previo concepto que yo tenía antes de llegar a Estambul. Por todo ello, y por miles de detalles más que guardo en mi memoria,  siento un especial cariño por Turquía.


También,  por todo ello, vivo con preocupación el devenir de este país y de su sociedad tras los últimos acontecimientos, especialmente tras el  intento de golpe de Estado, por parte del ejército, que tuvo lugar el 15 de julio de 2016.

Debemos saber que Turquía es una república democrática, laica, unitaria y constitucional, cuyo sistema político fue establecido en 1923 bajo el liderazgo de Mustafa Kemal Atatürk, considerado “Padre de los turcos”. Turquía se ha relacionado cada vez más con Occidente a través de la afiliación a organizaciones como el Consejo de Europa (1949), la OTAN (1952), la OCDE (1961), la OSCE (1973) y el G-20 (1999). Así mismo, Turquía comenzó las negociones para la adhesión plena a la Unión Europea en 2005, después de haber sido miembro asociado desde 1963.


Pero la trayectoria de los últimos años desvía su política hacia opciones menos laicas y menos constitucionales de las esperadas,  produciéndose un giro hacia el Islam e inmiscuyendo las ideas religiosas en la manera de legislar. Baste contemplar la biografía del  dramáticamente elegido Presidente de la República y Jefe del Estado, Recep Tayyip Erdoğan, para comprender que el rumbo político está cambiando hacia posiciones más conservadoras cargadas de componentes islámicos y un cariz demasiado autoritario.



Por su parte, los militares turcos, son tradicionalmente los guardianes de la naturaleza secular y unitaria de la República y de la democracia y ellos se han levantado contra este gobierno.

Ahora me pregunto;  qué ha sucedido desde entonces?... Los seguidores de Erdogan toman las calles y plazas públicas tradicionalmente laicas para evitar cualquier levantamiento, se produce una tremenda purga o limpieza con la detención de unos 6.000 militares, entre ellos varios generales, unos 3.000 magistrados y 9.000 policías, se suspende a miles de funcionarios ligados al Ministerio de Educación, se suspende la Convención  Europea de Derechos Humanos, se declara el estado de emergencia durante tres meses  y  las circunstancias hacen creer a Erdogan que puede hacer lo que quiera, incluso instaurar la pena de muerte contra los que se le oponen.


No sabemos cuál será el futuro de este país pero sospecho que su población irá a la deriva durante algún tiempo. Mi sueño sería que no se produjeran enfrentamientos y poder volver a visitar esta tierra que me cautivó, pero me temo que, por el momento, no va a ser posible. Su excepcional posición  geoestratégica le convierte en bisagra entre el norte (Rusia) y el sur (Oriente Medio), entre el este (Cáucaso/Asia Central) y el oeste (Europa), razón por la que Turquía, además, se enfrenta a muchos conflictos  externos que la tienen sumida en un verdadero caos diplomático con todos sus vecinos fronterizos (Siria, Irak,). A ello debemos sumar la amenaza creciente del autodenominado Estado Islámico (ISIS) y el peligro de contagio de sus ideas intolerantes en las mentes  de algunos musulmanes.


Solo nos queda confiar en que este estado de emergencia, impuesto por Erdogan, sea transitorio, corto, y no suponga una represión masiva y una pérdida de libertades y de derechos humanos sobre la población turca durante demasiado tiempo.

sábado, 9 de julio de 2016

4 días en el Pirineo. Diario de viaje.


Aprovechando las fiestas de las Hogueras de San Juan en Alicante, nos hemos escapado unos días para cambiar los aires de la playa por los de la montaña.  Ya estaba necesitando ver paisajes verdes, ríos, cascadas, prados y agua, mucha agua.

En esta ocasión, viajamos acompañados de unos amigos y nos hemos sentido, un poquito,  anfitriones del lugar, después de haber estado repitiendo este destino durante más de once años consecutivos.

Alquilamos en Casa Asín,  en Oto, un pueblecito desde donde se hacen muy cómodos los desplazamientos por la zona y las pequeñas marchas que íbamos a realizar. La misma tarde de nuestra llegada salimos paseando hasta Broto, el pueblo de al lado, y visitamos la cascada de Sorrosal,  como aperitivo de los siguientes saltos de agua que veríamos durante nuestra estancia en el Pirineo. Después de dar una vuelta por el pueblo, sin más demora, cenamos en La Tea, una pizzería donde se come de fábula. La vuelta a la casa fue espectacular, caminando de noche mientras contemplábamos todo el cielo lleno de estrellas.

Para el día siguiente les teníamos preparado un paseíto-marcha precioso en el valle de Bujaruelo: comenzamos a andar desde el Puente de los Navarros siguiendo el curso del rio hasta llegar al refugio de San Nicolás. Aquí comimos unas ricas judías en puchero de barro, migas con huevo y chorizo y un buen chuletón para compartir.
Por la tarde, nos acercamos a Torla, un pueblo de arquitectura preciosa, típica del Pirineo aragonés: muros de piedra, tejados de  pizarra y ventanas llenas de flores. Paseamos y entramos a curiosear en las tiendas de “souvenirs” y terminamos tomando una copa de vino en la terraza de “La Cocinilla” con  buena compañía y con unas vistas espectaculares mientras terminábamos el crucigrama del periódico.


El tercer día tomamos dirección a Jaca. Primero paramos a ver la  Iglesia románica de Santa Cruz de la Serós, paramos a comprar un detalle de cerámica típica jaquense,  y a continuación visitamos el espectacular Monasterio Viejo de San Juan de la Peña, joya medieval de los siglos XI al XII.  Gracias a las sencillas explicaciones de la guía local, pudimos entender parte de la Historia del Monasterio y de la Historia de Aragón.  He de reconocer que  este lugar me tiene cautivada,  desde que siendo una niña, lo visité por primera vez con mis padres.
San Juan de la Peña

 
Proseguimos  nuestro camino hacia Jaca. Tomamos el aperitivo en una terracita frente a la Catedral  y junto a unos músicos que cantaban y tocaban de maravilla. Después de pasear por sus calles, nos paramos a comer en Restaurante El Portón,  lo encontramos en una  placita al lado de la Torre del Reloj, y es muy recomendable. A la salida, el calor era insoportable, así que decidimos huir hacia el Puerto de Somport, frontera con Francia. De camino paramos unos minutos a ver por fuera la estación de Canfranc. Mientras ascendíamos el puerto, empezó a bajar la temperatura y nos envolvió una niebla tan espesa que no podíamos ver nada a más de cinco metros, de manera que al poco tiempo, nos montamos en el coche dirección a Sabiñanigo. Aquí compramos unas salchichas, chorizos, quesos, pan y bebidas  para la cena. Cuando llegábamos a la casa comenzó a caer una tormenta de verano de la que pudimos disfrutar desde la terraza y bien resguardados. Para terminar la jornada jugamos una divertida partida al Trivial mientras algunos tomaban una copita de Pacharán.

 El último día se lo dedicábamos a la medieval población de  Ainsa, pero antes de pasear por sus calles y visitar su Iglesia,  subimos con el coche hasta las cercanías de Revilla,  nos calzamos las botas y siguiendo un bonito sendero llegamos  hasta los Miradores de Angonés, donde teníamos unas estupendas vistas sobre las Gargantas de Escuaín, y  donde muchos aficionados se acercan a ver el vuelo del quebrantahuesos.

 
Ainsa
Con apetito y ganas de una cerveza  fresquita bajamos hacia Ainsa para comer en el restaurante “El Callizo”. Podría detenerme a contar esta exquisita comida, pero me quedaría corta en palabras a la hora de describir tantos sabores y sensaciones. Nosotros pedimos el  menú degustación “Tierra” que resultó ser una experiencia  sobrenatural, jajajajaja …  Esta fue la guinda de nuestro viaje al Pirineo aragonés.

 
El quinto día tocaba viajar hacia Alicante, pero por el camino tuvimos la suerte de parar en Torres-Torres, población valenciana, donde nos hicieron una paella fabulosa y unos trozos de morro fritito que quitaban el “sentio”.
 
Durante estos días lo hemos pasado de maravilla, con un poquito de cultura, preciosas marchas, estupenda gastronomía y por supuesto la mejor compañía. El Pirineo nunca defrauda y espero volver a repetir muchos años más.