martes, 30 de agosto de 2016

País vasco. Diario de viaje.


He observado que las entradas del blog que tratan sobre las escapadas viajeras son las más leídas  y comentadas. De manera que, sin más espera mi pongo inmediatamente a contaros mis 8 días de vacaciones en el mes de agosto por el norte de España.
Por las calles de Logroño
Entre las palabras clave de este viaje cabe destacar pinchos o pintxos y tapas. Qué barbaridad!!!  Jamás he probado tantos, tan buenos y tan variados. Pufff!!! Desde nuestra primera parada en Logroño ya tomamos contacto con estas delicias gastronómicas cuando paseábamos por la c/ Laurel y la c/ San Juan y probamos sus especialidades: champiñones, careta de cerdo, pincho moruno, y muchas más.
Nuestro destino era San Sebastián y concretamente su Semana Grande. De esta preciosa ciudad, ya visitada en otras ocasiones, esperábamos; maravillosos paseos por sus playas; Zurriola y la Concha, estupendos pintxos en los bares del casco antiguo, la belleza de sus paisajes entre sus dos montes; Urgull e Igueldo, y el buen ambientazo de sus calles. No nos defraudó en absoluto, pero preferiría haber elegido cualquier otra semana, porque fue una verdadera locura  la cantidad de gente por todos lados y algunos momentos de desesperación por no saber dónde aparcar el coche.
El hotel “base” lo teníamos en Usurbil, un pueblo pegado a San Sebastián y perfecto para nuestros desplazamientos.

Pintxos en Bermeo

Puerto de Bermeo
El segundo día de nuestras vacaciones visitamos Bermeo, población preciosa, con un puerto estupendo  y con tapeo impresionante, además de unas fabulosas vistas a la isla de Izaro. Además pudimos compartir la amabilidad de sus gentes cuando nos encontramos con los padres de una amiga nacida aquí, con los que degustamos un buen aperitivo y de los que aprendimos algunos pequeños detalles del euskera.  Por la tarde nos acercamos a la ermita de San Juan de Gaztelugatxe. Este paraje merecería una entrada exclusiva en el blog, y  estaría toda llena de fotos alucinantes y de anécdotas y datos sobre como subir andando a la pequeña iglesita, como seguir la tradición de tocar tres veces su campana, pedir un deseo… y disfrutar de lo bonito que es todo.

Nos reunimos la familia para visitar San Juan de Gaztelugatxe


Para el tercer día el plan era  conocer Vitoria-Gasteiz, y eso hicimos, a la vez que paseábamos y  tapeábamos por sus calles. Para la tarde había reservado por internet una visita guiada a la Catedral Vieja, la misma que sirvió de inspiración a Kent Follet para su famosa obra literaria, visita que recomiendo por ser muy interesante y amena. La catedral de Santa María está en obras, así que nos colocaron un casco y nos metieron por todos sus vericuetos, lo que dio un toque simpático a esta visita cultural. Por la noche nos acercamos a ver los Fuegos artificiales de la Semana Grande de Donostia.
De esta guisa por la Catedral de Vitoria
 
El día siguiente estaba pensado para hacer una marcha por los miradores que conforman el Geoparque de la Costa Vasca: concretamente las poblaciones de Zumaia, Deba y Mutriku. La cosa quedó un poco reducida y de ocho o nueve miradores, solamente vimos tres, pero que tres preciosidades!!! Lo más destacable fue que para llegar a uno de ellos, tuvimos que calzarnos las botas y ponernos el sobrero que nos protegería del sol de la una de la tarde, anduvimos unos 2 km. por un camino y desde ese punto contemplamos una  formación geológica característica de los acantilados y las rocas en el mar, conocida con el nombre de “flysch”, que nos pareció espectacular. Hacia un calor de muerte y como al lado había una salida al mar, decidimos darnos un baño improvisado en pleno flysch que, sin apenas gente, nos supo a gloria. Regresamos al coche y aunque se nos había hecho un poco tarde, nos dieron de comer estupendamente en Sidrería Urberu, en la cima de una montaña de Itxiar. No puedo dejar de nombrar los pimientos rellenos de bacalao, el pastel de cabracho y la tarta casera de fruta. Para chuparse los dedos…Mmmmm.
En esta "playa" disfrutamos del baño
 
El quinto día lo dedicamos a disfrutar de una de las poblaciones más bonitas de la zona: Ondarribia. Primero nos dirigimos a Información y Turismo donde, muy amablemente, nos marcaron una ruta sobre el plano, para conocer y pasear toda la ciudad; casco antiguo, barrio de pescadores  y puerto. Nuevamente probamos sus exquisitos pintxos en varios de sus bares y así comimos de maravilla. Más tarde, subimos a ver una atalaya al Monte Jaizkibel desde donde de contemplaban unas vistas maravillosas del río Bidasoa y Francia al otro lado. De vuelta a nuestro hotel, pasamos por la playa de Orio a darnos un baño y finalizamos el día cenando  un gran chuletón en la Sidrería Aginaga.
Plaza de Ondarribia
Al día siguiente, hicimos las maletas, abandonamos San Sebastian y nos dirigimos hacia Pamplona. Pero primero paseamos por Getaria para descubrir su hermosa iglesia gótica que nos sorprendió gratamente por la diferencia de niveles debido a la irregularidad del terreno. A  Pamplona llegamos a la hora de comer, y como ya podéis suponer,…nos fuimos de pintxos por el casco antiguo, ¡estupenda y original idea! Y a continuación a la calle Estafeta para ver el recorrido de los toros en los encierros de San Fermín.
Dejamos atrás Pamplona y cogimos la carretera hasta llegar a Olite donde nos esperaba nuestro último alojamiento. Fichamos en el hotel y tras descansar un ratito nos acercamos a su fabuloso castillo. Carlos III y su esposa doña Leonor van a ser los artífices de la construcción de este Palacio Real “que tenía tantas habitaciones como días el año”. El derroche económico, creatividad y capricho van a convertirlo en un palacio de ensueño, uno de los palacios más esplendidos de Europa en su época.
Palacio Real de Olite

A la mañana siguiente salimos con destino a nuestra casa, en Alicante, disfrutando del camino y de una deliciosa comida en Torres-Torres, población valenciana, donde comimos una paella riquísima.

Y así concluyo mi viaje de vacaciones al País vasco, aunque tocando de refilón La Rioja y Navarra. Viajar es agotador, pero encantador y cautivador. Confieso que el gusanillo de este ajetreo no descansa en mi  cabeza y no puedo dejar de pensar en mi próxima escapada. Ya os la contaré, hasta la próxima!!!


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